Los orígenes, que se remontan al siglo XII, de San Leonardo di Siete Fuentes no están claros, pero sin duda son anteriores a Santu Lussurgiu, de la que es parte y de la que dista seis kilómetros. Siempre ha estado habitada: bajo los juzgados, primero de Torres, luego de Arborea, en los documentos más antiguos se la denominaba en latín Ad Septem fontes. Durante la dominación española, se convirtió en Siete Fuentes y, a partir del siglo XVIII, en Villa de las Siete Fuentes. Hoy en día ya no hay siete fuentes, y la primera parte del nombre deriva de la cercana, antigua y característica iglesia de San Leonardo, vestigio de un pasado glorioso. A ello contribuyeron también dos monasterios y un hospital de la Orden Hospitalaria de san Giovanni de Jerusalén, que tenía la posesión de la villa desde el siglo XIII, antes del advenimiento aragonés. Hoy no queda ni rastro de ella, pero alrededor de la pequeña iglesia se agrupan casas entre explanadas y avenidas.
Alrededor del pueblo, situado en medio de densos bosques de encinas y alcornoques en la ladera sureste del Montiferru, a casi 700 metros de altitud, podrás dar agradables paseos por un parque ameno y sombreado, entre pequeños lagos y arroyos, formados por manantiales, de los que brotan aguas ligeras y saludables. En el interior del poblado, que se puebla principalmente durante las fiestas y el verano, encontrarás numerosos árboles centenarios. Te sorprenderá la belleza natural, el lento fluir de la vida, el eterno murmullo de los manantiales. Aproximadamente a un kilómetro del pueblo, siguiendo un antiguo camino de herradura empedrado, se llega a la espectacular cascada de s’Istrampu de sos molinos, que tiene una caída total de treinta metros, distribuidos en cinco saltos, el último de unos 15 metros.
Desde 1906, el pequeño pueblo de San Leonardo alberga en los primeros días de junio la Feria Regional del Caballo, la más importante del sector en Cerdeña, en el marco de un complejo ferial que durante el resto del año acoge actividades hípicas.