Se alzan en las verdes laderas de la meseta de Perda 'e pranu, que sobresale en un recodo del bellísimo lago Omodeo. El santuario y novenario de San Serafino, inmersos en el sugestivo escenario del territorio de Ghilarza, se implantaron sobre una iglesia bizantina del siglo VII, que a su vez se construyó probablemente sobre vestigios romanos, de los que se encontraron cerámicas tardoimperiales durante los trabajos de restauración del santuario (1950). Durante muchos siglos, en periodo judicial, el edificio bizantino fue reconstruido y ampliado. Conservó su aspecto medieval hasta 1884, cuando se le añadieron dos capillas laterales que le dieron su estructura cruciforme actual. El único ambiente rectangular está cubierto con un tejado de madera sobre cerchas y se cierra con un ábside semicircular. Se conservan las decoraciones exteriores: en la puerta de la fachada, del siglo XIV, se observa una luz en forma de cruz y un azulejo con el Agnus Dei, mientras que en el flanco sur se conserva una puerta de arco apuntado, sobre la que está tallado un árbol desarraigado, quizá el escudo más antiguo del giudicato de Arborea. En el arquitrabe se representa un Santo Serafín junto a clérigos y personajes de alto rango. El púlpito data del siglo XVII, del que hoy se conserva una hermosa columna de traquita, con relieves de rostros angelicales y 'una imagen iconográfica de la vid', motivos típicos del arte menor sardo.
Alrededor de la iglesia hay sas muristenes, ‘casitas’ para acoger a fieles y forasteros, construidas en el siglo XVII: el novenario de San Serafino cuenta con 103, habitadas y muy concurridas durante los nueve días de celebraciones en su honor. El santuario es rico en referencias sociales y culturales, y expresa el profundo sentido de una comunidad, que guarda ecos y sugerencias seculares. En la fiesta de San Serafín se respira un aire de paz e intimidad. La procesión pasa por todos los muristenes. Los niños preceden al santo golpeando en cada casita y anuncian su llegada. Se recitan las novenas, se cantan sos gosos, canciones religiosas tradicionales, y se cena: cuando las campanas dejan de sonar, es el anuncio del regreso del santo a la iglesia y el comienzo de los bailes.