La explosión de colores primaverales de la Isla rima con una de sus "postales" más características: las coloridas casas de Bosa. Paseando por el Temo las admirarás reflejadas en las aguas del río y subiendo la colina dominada por el castillo de los Malaspina, mientras cruzando el Ponte Vecchio llegarás a la orilla sur para descubrir las antiguas curtidurías. Le acogerá una copa de malvasia y quedará extasiado por las joyas de coral, cestos de asfódelo y tejidos valiosos. Bosa es un concentrado de historia y artesanado, arqueología industrial y exquisiteces. Debe visitar las iglesias: la catedral de la Immacolata Concezione, Nostra Signora de sos Regnos Altos dentro del castillo y san Pietro extra muros, centro de Bosa vetus. También las bellezas naturales: parque de capo Marrargiu, reserva de los Badde Aggiosu y, en la costa Bosa Marina, s’Abba Druche y Compoltitu.
Un aura de espiritualidad une dos centros rodeados de paisajes impresionantes: Galtellì y Laconi. El primero se encuentra al pie de Tuttavista, en cuya cima destaca de forma majestuosa la estatua de Cristo, meta de peregrinos. Subiendo, encontrará la Preta Istampata, roca con una ‘ventana’ en el valle. En el pueblo pasearás por calles y casas de piedra dispuestas alrededor de cinco iglesias, 'custodiadas' por las ruinas del Castillo de Pontes. Un escenario que inspiró al premio Nobel Grazia Deledda: la unión es la confirma el parque literario deleddiano. El pueblo de Laconi, inmerso en el bosque cerca de los relieves del Sarcidano, gira alrededor de Sant’Ignazio. Su casa, el museo parroquial y la iglesia dedicada a él son etapas del recorrido de devoción. Tampoco hay que perderse el Museo Menhir y el parque Aymerich, con una pintoresca cascada y los restos de un castillo medieval.
En el corazón de la Isla, dos pueblos brillan bajo el sol primaveral. Las montañas boscosas protegen Gavoi, mientras que el lago de Gusana lo abraza. Paseando entre casas de granito, gustará flor sarda, pan y fresa y dulces típicos. Le secuestrarán los balcones floridos, desde los cuales literatos y actores se exhiben durante el festival L’Isola delle storie. Para conocer las tradiciones tenemos la casa Porcu Satta, con preciosa ropa gavoesa, juguetes de un tiempo e instrumentos musicales, como su tumbarinu. Para no ser menos Oliena, que conserva la esencia y el encanto de Barbagia. Hábiles manos artesanas son su riqueza: crean chales de seda y joyas de filigrana. Alrededor de las montañas y valles, como la de Lanaittu, paraíso de trekker que custodia el pueblo de Tiscali y las grutas de sa Oche y su Bentu. Otra meta que no puede faltar es el manantial de su Gologone, monumento nacional. En la mesa degustarás la excelencia de Oliena, el cannonau Nepente.
Aggius, en la Gallura más profunda, fascina con casas de piedra, arte textil y característicos apriscos que rodean el pueblo. Es famoso por el coro del pueblo y los ritos de la Semana Santa. Al cuadro se añaden el museo etnográfico que cuenta historia y tradiciones, el museo del bandolerismo, único en su género, y el nuraghe Izzana, el mayor de la Gallura. Diferente escenario pero el mismo encanto en el Medio Campidano, en Sardara, confín entre juzgados de Arborea y de Calari. Símbolo de la época es el castillo de Monreale. El burgo está relacionado hoy, como en la Antigüedad, con losmanantiales termales, para los romanos las Aquae Neapolitanae. Revivirá ancestrales rituales nurágicos en el pozo sagrado del santuario de sant’Anastasia, cuyos restos están conservados en Villa Abbas. Sugestivo es el centro con casas campidanesas, villas valiosas y las iglesias de san Gregorio Magno y de la beata Virgen Assunta.
Imperdible en Cerdeña en primavera es Castelsardo, en el centro del golfo de la Asinara: es uno de los burgos más bellos de Italia y mantiene la noble posición de señoría fortificada. En el medievo era fortaleza inexpugnable construida alrededor del castillo de los Doria, hoy sede del museo dell’Intreccio mediterráneo, que simboliza la vocación artesana del burgo. La fortaleza acogió a los obispos hasta la construcción de la catedral de Sant’Antonio Abate, que destaca con su campanil asomándose al mar y la cúpula cubierta de azulejos. Muchas son las atracciones: las murallas megalíticas de monte Ossoni, la roca dell’Elefante, los acantilados ‘rojos’ y la playa de Lu Bagnu. El mar también está en la mesa: langosta, bogavante, erizos y mariscos. En Semana Santa entran en escena ritos españolizados, entre los cuales el Lunissanti.