Con pocas luces artificiales y aire limpio, el cielo de Cerdeña está a salvo de la contaminación ambiental y luminoso, libre para ofrecer lo mejor de sí mismo y mostrar, en la oscuridad de la noche, la luna y las constelaciones, los planetas y los meteoros. Será un tiempo de cielos nocturnos que no temerán ninguna restricción, un inmenso planetario en el que se podrá estar cara a cara con las primeras estrellas que aparecen al anochecer, solitarias y llenas de energía, o en compañía de la "superluna" de finales de mayo, llena en su perigeo, en un punto de su órbita cercano a la Tierra. Se podrán ver constelaciones y galaxias muy lejanas, y en cada estación habrá bandadas de estrellas fugaces, las más bellas en agosto, que regalan noches románticas para pasar con la nariz hacia arriba. Quien nunca falta a la cita es la vía láctea, se puede contemplar desde los solitarios observatorios al aire libre de la isla, es un torrente de luz astral que llena el corazón después de un invierno oscuro.
En el mundo antiguo, las estrellas aparecían como manifestaciones poderosas y primordiales de lo divino. Los pueblos prehistóricos las observaban con asombro y vivían en simbiosis con el cielo en Cerdeña y construyeron miles de monumentos megalíticos en armonía con el movimiento de las estrellas: domus de Janas, menhir, pozos sagrados, torres y sepulturas nurágicas. El "pueblo de las estrellas" se mueve hacia estos mismos lugares magnéticos, en la mochila una toalla de playa para románticos baños nocturnos, una bolsa de dormir y un telescopio. Al anochecer, en pequeños grupos, se dirigen por los senderos a lugares de rara y salvaje belleza, aún más fascinantes por la luz de la noche, el silencio sólo roto por los sonidos de la naturaleza y los olores del helicriso, mirto y tomillo, que son más intensos por la noche. Durante el camino pueden encontrar un nuraghe, una tumba de gigantes,una iglesia románica, un viejo refugio de piedra y caña utilizada por los pastores, escenas diseñadas con un telón de fondo de cielos estrellados que quedan grabadas en la memoria y fijadas en las fotos. A última hora de la tarde, llegan a destino, tacos, relieves, mesetas, acantilados y cabos escarpados son los extraordinarios observadores de estrellas que ofrece la madre naturaleza.
No sólo a simple vista, al mirar el firmamento hay un gigante tecnológico que domina la llanura de San Basilio. Se trata de un radiotelescopio muy sofisticado de 70 metros de altura y 64 metros de ancho, con prestaciones sorprendentes, que capta sonidos y luces de mundos muy lejanos. El mero hecho de verlo al pasar por la carretera, intriga y asombra. Puedes reservar tu visita acompañado de los investigadores internacionales que trabajan allí. Si, en cambio, quieres mirar el cielo en ocasiones especiales con instrumentos más potentes que tus ojos y telescopios, puedes reservar una visita a uno de los dos observatorios astronómicos de Ogliastra, uno en los Tacos de Ulassai, el otro sumergido en el bosque de Selene en Lanusei. O aún, si sólo tienes curiosidad por el Universo, puedes dar un divertido paseo astronómico en el Planetario de Cagliari, primeros pasos para convertirte quizás en un apasionado astrofílico.