Rodeado por las montañas de Gennargentu y bañado por arroyos, que lo convierten en un espectáculo de vida silvestre y árboles raros, Gavoi es un pueblo "joya" en el corazón salvaje de Cerdeña, galardonado por el Touring club de Bandera naranja. Poblado por unos tres mil habitantes, se eleva a casi 800 metros de altura, en una posición envidiable, en medio de un territorio de más de tres mil hectáreas, dos tercios de las cuales están cubiertas por bosques de encinas, robles, castaños, acebos, nogales y cerezos. Durante todo el año usted será secuestrado por el contexto natural gavoese: en invierno por las montañas cubiertas de nieve que son el telón de fondo, en primavera y verano por el clima fresco y los colores vivos de la naturaleza. En el pueblo, formado por elegantes casas de granito, disfrutará de espléndidas vistas panorámicas sobre los verdes valles. Se pueden degustar las delicias locales, como el famoso pecorino sardo dop- para el que Gavoi es defensa del slow food - pan y fresa, patatas y dulces típicos, y admirar la excelente artesanía. Especialmente en la etapa gavoese de otoño en Barbagia.
Caminando por las calles del centro de la ciudad, se dejarán llevar en busca de vistas con balcones floridos, desde los cuales escritores, actores, músicos, periodistas de todo el mundo actúan a principios de julio con motivo del festival L'Isola delle storie, el festival literario más famoso de Cerdeña. Si desea profundizar en la cultura local, no puede dejar de visitar el museo Casa Porcu Satta, que cuenta con bellas vestimentas de la tradición gavoese, juguetes de un tiempo (la espléndida colección Jocos), instrumentos de artesanía y música antigua, como el tumbarinu (tambor), interpretado por los Tumbarinos, que hicieron famoso al pueblo. La iglesia de Sant'Antioco mártir, es otra sugerente parada que no hay que perderse.
A dos kilómetros del pueblo quedará cautivado por el intenso azul, sobre todo en otoño e invierno, del lago de Gusana, ideal para practicar el piragüismo y la pesca deportiva. Se trata de una cuenca artificial, formada entre 1959 y 1961, sugestiva `incrustada' entre las montañas Littederone y Nodu nos Arcos, cubiertas de encinas y matorrales mediterráneos, que le dan un aspecto cándido: se pueden explorar a caballo. Cerca de sus costas encontrará instalaciones para disfrutar de una estancia con todas las comodidades disponibles.
En los puntos más altos del territorio, cerca de los manantiales, se pueden visitar menhires, domus de Janas y nuragas, símbolos de un territorio habitado desde la prehistoria, en particular los asentamientos de Castrulongu y el nuraga Talaichè, con el techo de tholos (falsa cúpula) todavía intacto. El afloramiento rocoso de Lopène (un lugar de castigo) es evocador, donde, según la leyenda, se consumía el sacrificio de los ancianos mayores de 70 años.