El pueblo, situado en la ladera occidental de las colinas de Arcu Sa Cuxu y Montixeddu, está formado por dos núcleos de población: Giba y Villarios. Giba cuenta con abundantes tierras fértiles, lo que ha favorecido el desarrollo de actividades agropecuarias: aquí se producen excelentes quesos, así como viñas, tomates y deliciosas alcachofas. La zona ha sido utilizada por el hombre desde la antigüedad, como demuestra la presencia de domus de janas que datan del 3500 a.C. y de nuraghes. También hay indicios de ocupación romana. Algunos creen que el pueblo se fundó durante las invasiones vándalas: los nuevos conquistadores deportaron a un gran número de norteafricanos de Mauritania a Cerdeña, donde se mezclaron con los lugareños y dejaron un legado de sus rasgos físicos, aún claramente visible en la población de Sulcis, que sigue recibiendo el apodo de maurreddina.
El 14 de junio de 1323, en la playa de Porto Botte, a poca distancia del pueblo, el infante Alfonso desembarcó con su flota e inició la conquista aragonesa de la isla. La principal característica de Giba es sin duda su agua: el pueblo está rodeado por el mar, estanques y un lago artificial. La playa de Porto Botte es muy popular entre los amantes de la tranquilidad y, en los últimos años, entre los aficionados al kitesurf. Detrás de la playa se encuentra el tercer grupo de estanques de la isla, el estanque de Porto Botte, que atrae a los aficionados a la ornitología, ya que es el hábitat natural de flamencos, garzas, avocetas, cigüeñuelas blancas, garcillas y aguiluchos laguneros. Giba también ofrece muchas oportunidades para realizar visitas arqueológicas: además de la domus de janas, la más antigua de las cuales data del 3.500 a.C., la zona está salpicada de nuragas. Entre ellos, el nuraga Meurra, un interesante complejo formado por un poblado y varias tumbas gigantes, y el nuragaVillarios.
La llegada de monjes de Monte Cassino y San Víctor a finales del primer milenio propició la construcción de varios monasterios, uno de los cuales se conserva intacto en la periferia norte del pueblo. La iglesia de Santa Marta, en el campo de Villarios, data del siglo XI. La artesanía textil desempeña un papel importante en el pueblo, con la fabricación de magníficas alfombras y tapices según antiguas tradiciones, en telares típicos. Cuchillos, cestos y otros objetos de gran valor son fabricados por las familias y cada vez son más populares entre los visitantes. El patrón, San Pietro, se celebra el 29 de junio con una procesión por las calles del pueblo, durante la cual cuatro hombres ataviados con trajes tradicionales portan la estatua del santo, y representaciones que duran tres días. Desde 1994, durante los diez primeros días de agosto, se celebra la Fiesta del Pan, una ocasión única para rememorar el antiguo rito de la elaboración del pan en todas sus fases. Se utilizan hornos tradicionales de adobe y se celebra una exposición etnográfica sobre el tema. Durante los tres días del festival, se pueden degustar productos locales como embutidos, queso y vino, así como el delicioso pan de Giba en todas sus variantes (civraxiu, pan de aceitunas, pan de queso, pan de requesón, pan de tocino).