Los orígenes, que se remontan al siglo XII, de San Leonardo di Siete Fuentes no están claros, pero sin duda son anteriores a Santu Lussurgiu, de la que es parte y de la que dista seis kilómetros. Siempre ha estado habitada: bajo los juzgados, primero de Torres, luego de Arborea, en los documentos más antiguos se la denominaba en latín Ad Septem fontes. Durante la dominación española, se convirtió en Siete Fuentes y, a partir del siglo XVIII, en Villa de las Siete Fuentes. Hoy en día ya no hay siete fuentes, y la primera parte del nombre deriva de la cercana, antigua y característica iglesia de San Leonardo, vestigio de un pasado glorioso. A ello contribuyeron también dos monasterios y un hospital de la Orden Hospitalaria de san Giovanni de Jerusalén, que tenía la posesión de la villa desde el siglo XIII, antes del advenimiento aragonés. Hoy no queda ni rastro de ella, pero alrededor de la pequeña iglesia se agrupan casas entre explanadas y avenidas.