Su territorio se extiende en una llanura atravesada por los ríos Flumini Mannu y Flumineddu. Precisamente esta posición geográfica privilegiada, unida al clima templado, la abundancia de agua para riego y la fertilidad de sus suelos, fácilmente cultivables, han convertido a San Sperate en uno de los centros agrícolas más importantes de Cerdeña. La historia del pueblo es también muy antigua: las excavaciones más recientes han revelado asentamientos humanos que datan del siglo XVIII a.C. Ya en la Edad del Bronce la zona mostraba una intensa actividad, como lo demuestran los numerosos objetos votivos hallados.
Los pueblos cercanos a San Sperate tampoco escaparon al dominio cartaginés, como lo confirman las cuatro necrópolis púnicas descubiertas. Pero fue a partir del 238 a.C., gracias a su ubicación estratégica entre Karalis y Tharros, cuando San Sperate cayó también bajo la influencia romana. La iglesia parroquial del pueblo, de hecho, data del siglo XVI.
San Sperate es célebre por el extraordinario valor artístico de sus murales, que decoran muchas de sus calles. Realizados por artistas locales con la participación de los propios vecinos, son auténticas joyas que relatan la vida cotidiana y las tradiciones del lugar. El escultor Pinuccio Sciola, cuyas obras en piedra son conocidas internacionalmente, nació aquí y encarna a la perfección el alma artística del pueblo.
Durante la fiesta del patrón, que se celebra a mediados de julio con ceremonias religiosas, los habitantes lucen los trajes tradicionales del Campidano. En cambio, con motivo de la Fiesta del Melocotón, el pueblo cobra vida con espectáculos y eventos culturales y folclóricos, y tanto casas particulares como edificios públicos se transforman, de manera original, en espacios expositivos para acoger obras de arte y productos típicos de la tradición local.