Situado a unos 20 km de Cagliari, el pueblo de Soleminis ocupa una zona montañosa al borde de las últimas colinas de Serpeddì. Se trata de una zona dedicada a actividades agropastorales, una de las más fértiles del sur de Cerdeña, con la vid, el olivo y los cereales como principales cultivos. El pueblo también produce pan y miel. La recolección de hierbas aromáticas está especialmente extendida. El nombre de Soleminis aparece por primera vez en el siglo XI, cuando el pueblo formaba parte de la curatoria de Parteolla en el Judicat de Cagliari. Sin embargo, no se puede descartar que el pueblo estuviera habitado durante las épocas romana y bizantina. Hasta la dominación aragonesa, la falta de fuentes escritas no nos permite conocer los orígenes y el destino de esta pequeña aldea. Sí sabemos que pasó a manos del Judicat d'Arborea, antes de ser cedido a los pisanos en 1297. Con la llegada de los españoles, Soleminis fue dada en feudo a los aragoneses Ballester, luego vendida a Calcerando Torrelas, antes de quedar bajo la protección de la familia Amat en el siglo XVIII.
La iglesia parroquial de San Giorgio, del siglo XVI, posiblemente construida sobre un edificio medieval anterior, se alza en el límite del actual territorio municipal, en la zona de Sedde'e Cresia. La iglesia conserva obras de arte de gran valor: en una pared del presbiterio hay dos interesantes pinturas, una que representa la Trinidad y la Sagrada Familia, realizada a finales del siglo XVI y procedente de una tienda de Stampace, y otra que representa una Redención, atribuida al pintor de Cagliari Sebastiano Scaleta y que data de mediados del siglo XVIII. La estatua de Santiago del siglo XVIII es una escultura importante, que forma parte de un grupo más amplio de estatuas del artista sardo Antonio Lonis, al igual que el crucifijo de madera perteneciente a la Archicofradía del Rosario. La iglesia también alberga un importante tesoro de objetos de plata.
El centro de Soleminis aún conserva los antiguos edificios construidos al estilo rural tradicional con ladrillos de barro, en particular la casa Corda Spada, convertida en centro cultural. También cuenta con una magnífica colección etnográfica, así como muebles, objetos y herramientas de la vida cotidiana. Se puede venir a Soleminis durante todo el año, ya que hay muchas fiestas. El 17 de enero se celebra la fiesta de San Antonio el Grande, con el reparto de naranjas benditas, mandarinas, pan y vino, al calor de una gran hoguera, encendida tras una hermosa procesión nocturna a la luz de las antorchas. La Candelaria se celebra el 2 de febrero para conmemorar la presentación de Jesús en el Templo. La última semana de mayo está dedicada a San Isidro, patrón de los agricultores, con una fiesta popular durante la cual se lleva la estatua del santo hasta la capilla, acompañada de una procesión de fieles, jinetes, grupos con trajes tradicionales y traccas (carros tirados por bueyes y decorados para la fiesta), con degustación de productos típicos locales, como habas, requesón, pan y vernaccia. La fiesta más importante del año es la que honra al patrón de Soleminis, Santiago, y a Santa Ana, los días 25 y 26 de julio: durante dos días se suceden las festividades religiosas y civiles, con la participación de toda la población en exposiciones de artesanía y pintura, proyecciones de películas y fuegos artificiales.