La carretera provincial 49, que conecta Bosa con Alghero, es una de las carreteras panorámicas más fascinantes de Cerdeña. Se caracteriza por paisajes multicolores, fragancias intensas y una sensación de libertad en íntimo contacto con la naturaleza, sólo interrumpida por algunos refugios aislados de pastores. A lo largo de la carretera, a unos siete kilómetros de Bosa, aparece, mirando hacia el mar, un escenario irresistible: es el promontorio de Torre Argentina, en el que se alza desde hace más de cinco siglos una fortaleza de guardia. A sus pies, una sucesión de calas enmarcadas por acantilados de caliza blanca y salpicadas de rocas basálticas y rocas planas de aspecto casi lunar. El mar que se abre enfrente es de un intenso azul cobalto. A cincuenta metros de la orilla emerge un islote rocoso conocido como isla de sas crabas (de las cabras). El panorama a sus espaldas está formado por extensiones de arbustos mediterráneos que se alternan con verdes prados. La torre se erigió con fines defensivos en las últimas décadas del siglo XVI. Albergaba una pequeña vigilancia y armamento ligero y permitía un contacto visual constante con la torre de Bosa y, aún más al sur, con la de Columbargia. Al atardecer, su perfil oscuro y solitario, en contraste con los colores cálidos y brillantes del sol, te producirá una emoción intensa.
Desde la torre se pueden seguir varias rutas de senderismo a lo largo de la costa, rodeada de romero, mirto, cisto y helicriso. Hacia el sur se llega a cala sa Codulera, una playa de guijarros bañada por un mar de fondo poco profundo y transparente, ideal para practicar snorkel. Siguiendo más adelante, una rada encierra la pequeña playa de Compoltitu, con arena y acantilados calcáreos teñidos de blanco. De vuelta a la ruta panorámica, a poco más de diez kilómetros al norte de Torre Argentina, te adentrarás en el corazón de la ‘costa de los buitres’, un tramo costero que se ha convertido en el reino de esta rara rapaz. Aquí se encuentra el parque biomarino de Cabo Marargiu: donde anidan, además del buitre, águilas reales y halcones peregrinos. A los pies del promontorio, los fondos marinos no son menos ricos y variados en fauna. Langostas, meros, congrios, rayas y sargos aparecen entre cuevas marinas y barrancos. El toque de color más característico lo aportan los corales. Antes de volver a la carretera provincial asfaltada, es imposible no echar otro vistazo al panorama: a la derecha Cabo Caccia, en mar abierto varios islotes rocosos, entre ellos sa Pagliosa, y al sur los blancos acantilados traquíticos de la costa de Bosa.