Un ambiente mágico, hecho de roca y fantasía, que nos hace volver a ser niños. Las cuevas de Is Zuddas se abren a 236 metros bajo el nivel del mar en la caliza cámbrica del Monte Meana, de 530 millones de años de antigüedad. Cubren un total de 1.650 metros, mientras que la ruta turística que se puede visitar es de medio kilómetro.

Cada una de las salas se distingue por el tamaño y la variedad de las concreciones que cubren sus cavidades y paredes: de estalactitas a estalagmitas, pasando por coladas y cánulas, hasta llegar a los aragonitos, símbolo de la cueva, cuya formación, objeto de estudios, sigue rodeada de misterio.

Inmediatamente después de la entrada, dirije tu mirada hacia la bóveda, donde verás huellas del Prolagus Sardus, un roedor extinguido que sólo existió en Cerdeña y Córcega. Una de las salas más sugestivas es la del Órgano. El nombre procede de una columna, hecha de estalactitas y estalagmitas, que recuerda a un órgano de tubos, bordado con formaciones de diversas formas.