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Guardianes del faro, emociones en los confínes de Cerdeña

“La voz del viento y del mar podía aumentar o disminuir, pero jamás se detenía”. En los diarios de los guardianes de faros resuena insistente el eco de los arrecifes salvajes, donde la única señal de vida y esperanza es el resplandor de los faros
testigos silenciosos de los cuentos de mar y de hombres

Una luz guía mantiene los navegantes nocturnos lejos de las costas, y les indica el confín extremo entre la tierra y el mar. Por el día, sin embargo, cuando el faro está apagado, resplandece la belleza de los paisajes remotos y salvajes. Los faros de Cerdeña, erigidos sobre promontorios, lejos de todo y en islas deshabitadas, son distinguidos testigos solitarios de los cuentos de mar. Vigilantes sobre aguas con colores brillantes, donde el aire sabe a sal y huele a mediterráneo; y con el incesante ruido de las olas que chocan contra los arrecifes. Traslucen las emociones y los sentimientos de la vida intensa de sus guardianes de ayer y hoy. Describen los rescates milagrosos y los naufragios de embarcaciones absorbidas por las olas, como en la isla Mangiabarche, a pocos metros de la costa de Calasetta, en la Isla de SantAntioco, cuyo nombre se deriva de la fama por ser con frecuencia la desventura para marineros y navegantes. No muy lejos, en la Isla de San Pietro, en Capo Sandalo, se erige sobre un acantilado de arrecifes el faro más occidental de Italia, construido en 1864. Desde su cima, a una altura de 124 escalones de caracol, emite 4 luces resplandecientes que llegan a alcanzar una distancia de 24 millas.

Villasimius, isola dei cavoli
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