Extensiones infinitas de arena blanca se alternan con promontorios graníticos que caen a pico sobre aguas cristalinas de mil tonalidades. El sur de Cerdeña está salpicado de bahías con piscinas naturales donde los visitantes pueden pasar una agradable jornada practicando más de una actividad acuática. Sus aguas submarinas son ideales no solo para los amantes del buceo y del snorkeling, sino también para los amantes del relax que buscan panoramas únicos y exclusivos. Lugares escondidos y aislados donde tumbarse sobre la arena, disfrutar del masaje de las olas, caminar por la orilla, sumergirse y nadar en aguas cristalinas y, como no, relajarse bajo la sombrilla o un pinar cercano.
Cabo Carbonara, en el extremo sudeste de la isla, respira belleza y paz, y, junto a las islas de Cavoli y Serpentara, forma el área marina protegida del mismo nombre. Para descubrirla, lo mejor es alojarse en Villasimius, ‘perla’ del sudeste gracias a sus playas blanquísimas, como las de cala Giunco, cala Caterina, Punta Molentis, playa del Riso, Simius y Campus. Desde aquí empieza una ruta de casi 50 km hasta Cagliari durante el cual muchas playas son como un imán que obliga al viajero a hacer un alto en el camino. Así, es posible descubrir las calas de Solanas, Torre delle Stelle, Geremeas y Mari Pintau, es decir, ‘mar pintado’... ¡Un nombre que habla por sí solo!
Luego, empieza el litoral del Poetto, que une Cagliari y Quartu Sant’Elena, una de las playas urbanas más largas del Mediterráneo: doce kilómetros de arena muy fina, enmarcada por el espléndido golfo de los Angeli, cuyo nombre remite a la antigua leyenda de la lucha entre el bien y el mal. Está dominado por el promontorio de la Sella del Diavolo, donde se aconseja ir de excursión por la noche, acompañado por un guía, y esperar el alba para contemplar el vuelo de los fenicópteros, que desde hace años han elegido el parque de Molentargius y le Saline como hábitat para nidificar.
De Cagliari a Pula, donde es posible visitar las ruinas fenicio-púnicas y romanas en la playa de Nora. Luego, sigue el litoral de Santa Margherita y las playas de Chia y Teulada: Cala Cipolla, su Giudeu y sa Colonia, perfectas para los apasionados de kitesurf, y las encantadoras Tuerredda, Porto Tramatzu, cabo Malfatano y cala Zafferano. Decenas de ensenadas con playas de ensueño, cada una con sus características: arena muy fina y blanca, cantos rodados o granos de cuarzo parecidos al arroz. Las opciones son infinitas. Al igual que los colores del mar que reflejan los del cielo: del azul oscuro al turquesa, pasando por el celeste y el verde esmeralda.