Una polifonía de canciones, una armonía de sonidos y colores, un conjunto de rituales ancestrales y gestos simbólicos, que encarnan el espíritu y el conocimiento de comunidades enteras, historias de sentimientos y promesas de amor, para ser preservadas y transmitidas. Las bodas tradicionales de Cerdeña son una expresión de fe y autenticidad, marcada por los rituales, cuyas raíces se pierden en las noches de los tiempos. Con el advenimiento del cristianismo, las tradiciones paganas no desaparecieron, sino que se transformaron en prácticas religiosas. Hay dos elementos clave: el fuego y el agua, las bases de las formas ancestrales de adivinación. Y dos son también los matrimonios tradicionales que caracterizan el verano: domingo 4 de agosto, sa Coia maurreddina entra en escena, una representación de las antiguas bodas de Santadi y de los ritos de la comunidad agropecuaria del Bajo Sulcis; el 8 de septiembre, tendrá lugar la 63ª edición de la antigua boda Selargina, Sa Coja antiga cerexina, la más antigua, fiel y espectacular re-propuesta de la histórica boda campidense, uno de los acontecimientos más famosos de la identidad de Cerdeña, triunfo de la cultura tradicional con suntuosa ceremonia y festival coral de folclore que acoge a Selargius costumbres y tradiciones de todas las comunidades sardas.
Tierra de renombrados viñedos y manantiales de agua pura, Santadi redescubre sus orígenes el día de sa festa manna, el primer domingo de agosto. Los preparativos duran semanas: manos hábiles hacen los vestidos a medida -brocado y seda para la novia, orbace negro y lino muy fino para el novio-, la elección de los bueyes más fuertes, la decoración de los traccas (carros), la selección de las canciones, todo según la tradición de sa Coia maurreddina (boda mauritana). El nombre se remonta a la época de los vándalos (siglo V-VI): maurreddinu es el diminutivo de maurru (moro), además de saquear los centros costeros, algunas comunidades de 'moros' se establecieron en el bajo Sulcis. Para rodear el fatídico sí, padres, testigos, familiares, invitados, grupos folclóricos de diversas partes de la isla y los caballeros que contribuyen al sabor de un ritual atemporal, resurgido en los años setenta del siglo XX.
En el día tan esperado, las traccas adornadas con tapices, sarmientos, espigas y flores son jaladas por bueyes sobre una alfombra de pétalos rojos y ramitas (sa ramadura) hasta la casa de los novios. La nueva vida juntos comienza cuando los recién casados suben a su tracca que los acompañará hasta el altar. El pueblo se estrecha alrededor de la pareja, cada familia en un carro. La procesión nupcial, acompañada de los caballeros, se mueve lentamente, entre las notas de los músicos de las launeddas, hasta la plaza donde tiene lugar la función. Antiguos y evocadores rituales auspiciosos rodean la ceremonia, transmitidos de generación en generación, para desear bienestar y felicidad a los recién casados: la bendición de los recién casados con agua por parte de sus padres, y la de sa'razia (gracia), o la ruptura de un plato lleno de arroz, trigo, sal, monedas y pétalos de rosa, símbolos de la abundancia, la sabiduría, la riqueza y el amor, luego esparcidos por la cabeza de los recién casados. Una vez que se rompe el plato, la fiesta continúa hasta altas horas de la noche.
La Antigua Boda es el evento más famoso de Selargius. Sus raíces se remontan a los siglos XVIII y XIX, y nos llegaron gracias a fuentes escritas y orales. La antigua costumbre volvió a la vida en los años sesenta del siglo XX: es una evocación del pasado y una protección de la tradición. Hoy para decir sí con el antiguo ritual se reserva desde todas partes del mundo y con años de adelanto. Las bodas comienzan el jueves (o viernes) con sa cantada a is piccioccas: jóvenes vestidos con trajes tradicionales acompañan al novio en un carro adornado para cantar la serenata debajo de la casa de la novia. Las mujeres de la familia miran a las ventanas, los hombres cantan cantos polifónicos de cortejo. El sábado es el turno del traje de la novia: las carretas de bueyes lo transportan a la casa donde vivirán los futuros novios, precedidos por gente vestida con ropas tradicionales y músicos. El domingo comienza con la toma del hábito de los novios en una gran casa campidanesa. De aquí salen cónyuges, testigos, parientes, invitados, caballeros y grupos folclóricos de toda Cerdeña, acompañados por músicos de launeddas y tumbarinos. La procesión desfilará por las calles históricas de la ciudad, hasta la parroquia de la Santísima Virgen Asunta.
La larga celebración es en sardo campidanés . Después del intercambio de los anillos, las manos de los esposos están unidas por sa cadena, la cadena nupcial, mucho más que un simple vínculo, un símbolo de fe y vínculo perpetuo. Consta de 66 anillos de plata, elementos que expresan el carácter de toda una comunidad y la unión ininterrumpida entre tradición y modernidad. Junto a sa cadena convive armoniosamente un patrimonio de belleza: vestidos de brocado, velos de encaje bordados a mano y, para sellar el encanto, el esplendor de is prendas, oros y joyas antiguas. Al final de la función religiosa, los novios salen a aplaudir acompañados por el vuelo de dos palomas. La celebración continúa en la cercana iglesia de San Giuliano, donde los novios escriben la promesa de amor que se conservará en el pequeño santuario románico y que será revelada sólo después del vigésimo quinto año de matrimonio (con lectura del primogénito). Para terminar, su cumbidu, el banquete de boda, precedido por los ritos clásicos de auspicios y prosperidad, la bendición del agua, como un signo de purificación, y sa ‘razia,. Entonces es el momento de la celebración, suena el eco de una isla que cuenta: por la noche grupos folclóricos actúan en un espectáculo que no hay que perderse. La frontera entre pasado y presente se transforma en un viaje etnográfico que devuelve la vida a una época de trabajo en el campo, un himno a lo que el tiempo ha construido, a lo que la memoria ha conservado. Una historia de amor y de comunidad que va más allá del tiempo