en tierra, una red de marinas, atraques y puertos turísticos. Eso no es todo, justo detrás de los puertos está la otra Cerdeña, donde reside el gran alma de la isla, guardiana de antiguas tradiciones y de una cultura milenaria. Es una pena tocar tierra y no visitar lugares marcados por la prehistoria con nuraghi, domus de Janas, pozos sagrados y la visita a pequeños pueblos y aldeas donde aún perviven costumbres y tradiciones de sabor ancestral. Conocer a los lugareños, participar en las fiestas y ferias locales, comprar excelentes artesanías artísticas y la enogastronomía donde se producen y, por qué no, honrar las numerosas mesas, las estelares con sabores innovadores pero mezcladas en la tradición, los almuerzos en las majadas, entre asados, ríos de cannonau y un buen mirto al final de la comida.
Y luego volver a partir hacia otro puerto, bordeando tramos de costa siempre distintos, donde el ambiente marino muestra el magnífico espectáculo de sí mismo. También podrás atracar en el corazón de los oasis y parques marinos con aguas caribeñas y creer que estás en la otra parte del mundo, pero estás en medio del Mediterráneo, a un paso de casa.