Un lugar que conserva el equilibrio entre hombre y naturaleza, entre lagos y restos de antiguas salinas: para los casi 400.000 habitantes del área de Cagliari es un oasis para relajarse, a pocos pasos de casa; para los flamencos rosados, sus habitantes más famosos, es el hogar perfecto. Los puedes admirar, sin molestarlos, en Molentargius, durante dos siglos y medio la cuenca sarda más rica para la extracción de sal marina -actividad interrumpida en 1985– como demuestra su nombre, que deriva de molenti, los asnos utilizados antiguamente para transportar las valiosas cargas de sal. Incluida ya en 1977 por la Convención de Ramsar entre los humedales de importancia internacional, el área fue declarada parque regional en 1999 con el fin de proteger y valorizar uno de los principales lugares de parada y nidificación de aves acuáticas de Europa. El parque de Molentargius-Saline ocupa 1600 hectáreas en el extremo sur de la meseta de Campidano y está delimitado por los centros urbanos de Cagliari, Quartu Sant’Elena, Quartucciu y Selargius y, al este, por la bella playa de Poetto en el golfo de los Angeli. Es posible apreciar la unicidad del sitio desde la cima del Monte Urpinu y del promontorio la Sella del Diavolo.
El territorio protegido se divide en dos sistemas, uno de agua dulce y otro de agua salada: una coexistencia sui generis. Las lagunas de agua dulce son la Perdalonga, la Bellarosa minore y un ecosistema de filtración, un sistema de depuración natural que separa el Bellarosa minore de las aguas saladas de la laguna Bellarosa maggiore, usada durante la actividad salinera como primer estanque de evaporación. Las otras lagunas saladas son la Perdabianca y las antiguas salinas de Cagliari con la laguna de Quartu, que se utilizaban, respectivamente, como segundo y tercer estanque de evaporación y cristalización de la sal. Los dos sistemas están separados por la llanura fósil de is Arenas, cultivada hasta la mitad del s. XX. En los ambientes dulces crecen prados de cañas y juncos, además de vegetación hidrófila; en los lugares de salinidad elevada, crecen plantas halófilas, salicornias, especies endémicas y otras plantas raras inscritas en las listas rojas de especies amenazadas.
Para visitar el parque hay varias opciones: rutas guiadas a pie, en bicicleta, en barco por los canales y en autobuses eléctricos con los guías del Centro de educación ambiental y sostenibilidad (Ceas). Te llevarán a las mejores zonas para practicar el birdwatching: te esconderás en una cabaña en la orilla del Bellarosa maggiore, donde nidifican los flamencos y la gaviota picofina. También en el cañizar del Bellarosa minore nidifican muchas aves: la garcilla bueyera, la cigüeñuela común, la garceta común, el ánade real y numerosas especias de patos. Con un poco de suerte, también podrás observar el raro calamón común con su plumaje de color azul metálico y su pico roja escarlata. Además, en el parque hay algunos itinerarios de libre acceso por los que se puede pasear siempre: si llevas unos prismáticos podrás observar las aves sin molestarlas. Si deseas hacer las rutas en bicicleta, existe servicio de alquiler y una estación de bicicletas compartidas.
El paisaje del Molentargius es el resultado de un largo proceso industrial, relacionado con la historia milenaria de las salinas. El parque está salpicado de elementos arquitectónicos de diferentes épocas. Fenicios, púnicos y romanos fueron los primeros exportadores de sal sarda; durante el periodo de los giudicati, las salinas adquirieron importancia internacional; luego, fueron utilizados por pisanos, aragoneses, españoles y piamonteses. La producción industrial comenzó en 1830. Entre los años veinte y treinta del s. XX, se dio un impulso a las salinas incorporando los más modernos sistemas de explotación y creando la ciudad de la sal. De aquella época, es posible admirar el edificio de la dirección, el edificio de las sales seleccionadas, hoy sede de la administración del parque, y el edificio de recreo de los trabajadores con una sala para celebrar espectáculos, actualmente el Teatro de las Salinas. Al lado de la zona industrial quedan algunos restos militares: los fuertes y la línea antitanques de la Segunda Guerra Mundial de su Staineddu.