Está encaramada en una colina de piedra caliza, coronada por un castillo, desde cuya cima se divisa una espléndida vista. Posada, pueblo de tres mil habitantes incluido en el club de los pueblos más bellos de Italia, es uno de los lugares más bellos de la isla por su historia, cultura y paisajes. Al pie del pueblo se encuentra el valle del Río Posada (para ser escalado en kayak), ideal para los amantes de la naturaleza y la arqueología. La barrera del río crea el lago de Maccheronis: alrededor de rutas en monutain bike, al fondo el Montalbo. Nos encontramos en el parque de Tepilora, una de las áreas verdes más grandes y hermosas de la isla, con senderos que se deslizan entre bosques, manantiales, lagunas y dunas de arena, ideales para practicar senderismo, ciclismo e ir a caballo. Se puede hacer birdwatching en el estanque de San Giovanni, poblado por caballeros de Italia y flamencos rosados, o, junto a él, relajarse en la playa del mismo nombre, `perla' de un tramo costero premiado cada año con las Cinco Velas Azules. No te pierdas las playas de su Tiriarzu, Iscraios y Orvile.
Construida sobre las cenizas de la Feronia fenicia (nombre de una diosa etrusca), Posada es uno de los centros más antiguos de Cerdeña: quizás fue un asentamiento italo-etrusco (siglo V-IV a.C.). El mayor hallazgo de la época es una estatuilla de Hércules. En época romana todo giraba en torno al portus Liquidonis, hoy San Giovanni di Posada, un pueblo costero dominado por una torre aragonesa. El topónimo latino Pausata encarna su destino: era un lugar de descanso y de frontera. El Papa Urbano II fue el primero en mencionar a Posada en documentos oficiales en 1095, en la era judicial: el centro estaba en el apogeo de su historia, frontera entre “giudicati” de Gallura y Arborea, que se disputaron su posesión durante mucho tiempo, con incursiones aragonesas. Desde el siglo XIII, el castillo de la Fava ha dominado el pueblo: quizás fue una residencia turística ante litteram de los jueces, incluida Eleonora d'Arborea. Se puede visitar la fortaleza subiendo la colina: se puede admirar la torre y las ruinas de las murallas. Debe su nombre a una leyenda que cuenta el asedio de una flota turca y el "ingenioso" engaño de los posadines que hacieron que una paloma se comiera el último puñado de habas, haciendo que los invasores sobreestimaran sus recursos. La realidad no difiere: desde el siglo XIV Posada fue `víctima' de las incursiones de los piratas sarracenos, que la veían desde el mar como un tesoro. Hoy conserva su encanto medieval: es un "laberinto de piedra" con callejones intrincados, escaleras empinadas, arcos y plazas inesperadas, que saben a fugas y represalias. En el centro se encuentra la iglesia parroquial de San Antonio Abad, reconstruida en el siglo XVII sobre una planta de 1324: las celebraciones en honor del patrón son a mediados de enero, con grandes hogueras, procesiones y degustaciones de dulces (cogoneddos y aranzada). Las celebraciones más sentidas son para Nuestra Señora del Socorro, el primer domingo después de Pascua.