Es un pueblo agropastoral a los pies del Monte Arcosu, en cuyo territorio desemboca la laguna de Santa Gilla. A diez kilómetros de Cagliari, está densamente poblado. Sus orígenes se remontan a la época nurágica, principalmente en las montañas situadas por encima de Poggio dei Pini, donde hay restos de necrópolis y nuragas. El pueblo propiamente dicho se desarrolló en época romana, cerca de la laguna. En la Edad Media, el pueblo tomó el nombre de Capoterra porque, para los que llegaban de Cagliari, era la primera tierra después de la laguna. En aquella época, formaba parte del curato de Nora y del judicato de Cagliari. Después de que el pueblo cayera bajo dominio pisano y fuera conquistado por los aragoneses, sufrió un largo periodo de abandono hasta mediados del siglo XVII, cuando un señor feudal concedió tierras a algunas familias de la zona de Gerrei para repoblar la zona.
El entorno natural de Capoterra ofrece algunos paisajes especialmente interesantes, como la reserva natural del Monte Arcosu, cerca del pueblo, o las magníficas praderas de la zona de Santa Lucía. La identidad y la historia del pueblo están representadas por la hermosa iglesia románica de Santa Bárbara de Montes, situada en la ladera oriental de las montañas de Capoterra. De estilo románico, atestigua la presencia de monjes basilianos que construyeron una pequeña capilla a cincuenta metros de la iglesia, donde cuenta la leyenda que fue martirizada la virgen y mártir Bárbara. Al parecer, fue decapitada durante la persecución de los cristianos. Cuando su cabeza cayó al suelo, se dice que dio lugar a un manantial que aún existe y que lleva el nombre de Sa Scabizzada. El rasgo distintivo de la iglesia son los numerosos lugares para platos de cerámica en la fachada, que atestiguan un importante contacto con elementos musulmanes e hispanomusulmanes. A principios del siglo XX, la zona de Santa Bárbara fue elegida por los nobles de Cagliari como residencia de verano. Todavía hoy se pueden contemplar las magníficas villas inmersas en parques con palmeras y olivares centenarios. El importante observatorio astronómico de Poggio dei Pini, donde equipos de astrofísicos escrutan las constelaciones, ofrece una indiscreta visión del firmamento.