Tal vez tiene ascendencias prehistóricas, lo que es seguro es que se celebra de noche desde el principio de los tiempos y se asemeja a las fiestas tradicionales anglosajonas. Es la noche de finales de octubre en la que los reinos de la luz y de las tinieblas se unen y permiten a las almas de los difuntos, una vez abiertas las puertas del purgatorio, regresar a los lugares a los que estaban atadas y vagar entre los vivos. Entre las almas suspendidas sobresalen las janas relatadas en las leyendas populares isleñas y en la tradición oral. Son pequeños espíritus en equilibrio entre la tierra y el cielo, tienen voces persuasivas y una belleza encantadora, hadas o brujas según los lugares donde se las evoque. Viven en las domus de Janas, tumbas excavadas en la roca, símbolo de una facies cultural difundida por toda Cerdeña entre el IV y el III milenio a.C.
Is animeddas en el sur de la Isla, su mortu mortu, is panixeddas y su bene 'e sas animas en el Marghine, Goceano y Barbagie, su peti coccone en Baronia, a pedire a sos moltos en Logudoro. El nombre de la fiesta varía, pero la búsqueda tradicional de los niños es idéntica, recorren las calles de los pueblos llamando a todas las puertas y recitando canciones infantiles tradicionales, pidiendo una ofrenda para las ‘almas’ suspendidas entre el paraíso y el infierno. En Galtellì la pregunta es 'carchi cosa a sas ànimas' (algo para las almas). En Usini y Tissi, en la zona de Sassarese, exclaman 'a fagher bene a sos mortos!' (¡para hacer el bien a los muertos!). En Seui, en las afueras de Ogliastra, se celebra su Prugadoriu: los niños visten una túnica blanca con una bolsa al hombro y entonan la letanía 'seus benius po is animeddas’ (hemos venido para las pequeñas almas). En Campidano al pedido 'si onada a is animas?' (¿nos das para las almas?), el don en un tiempo era pan 'e sapa, naranjas, granadas y almendras, hoy caramelos, galletas y chocolates.
Grazia Deledda recuerda su mortu mortu de Nuoro, habla de "pan todo tallado y esculpido" y de "dulces hechos de pasas de uvas, almendras, nueces y avellanas, unidos por una especie de pasta mezclada con sapa", ingrediente básico de la tradición repostera de Nuoro. En Barbagie también se reciben castañas y dulces preparados para la ocasión, papassinos, copulettas y ossus de mortu. En Orune para sas ànimas se distribuían dos panes originales: sa pitzinna 'e sos santos, que representaba una muñequita para las niñas, y sos puzzoneddos, en forma de pajaritos, para los niños. Las ofrendas se colocaban en mochilas y en bolsas mientras que en Bonnanaro, Bonorva, Cossoine y Torralba los niños iban con una servilleta atada en las solapas. En Dorgali utilizaban una cesta de caña o un pañuelo cosido, mientras que las chicas colocaban los regalos en s'isportedda, una pequeña cesta.
Mientras los pequeños van de casa en casa, en las familias se preparan dulces para donar y una cena sencilla para las almas deambulantes, antes a base de habas, hoy de pasta fresca, pan y vino. En muchas partes de la Isla, la mesa se dejaba puesta durante toda la noche. Así ocurría en Sedilo y en otros pueblos de la provincia de Oristano, Narbolia, Nurachi y Siamanna, donde se esperaba el paso de Maria pinta 'a oru, el sacristán limosnero. En otros lugares, en los dos primeros días de noviembre, monaguillos, sepultureros y sacristanes también pedían limosna. En cambio en Martis, en Anglona, las familias donaban a los pobres pan fresco, manteca de cerdo, salchichas y queso. En Lula, para la limosna a cannelaglios, las madres de los sacristanes preparaban caldo en el patio de la iglesia, donde los vecinos se reunían para degustarlo. Costumbres centenarias ligadas a la tradición de cada pueblo, aún vivas en la actualidad.