El Supramonte de Oliena, altiplano calizo rodeado de torreones gigantescos, valles escondidos, grutas inexploradas y fuentes cristalinas, es uno de los cofres más remotos de Cerdeña, verdadero lugar del alma, donde los tesoros de la naturaleza se mezclan con las leyendas del hombre en una atmósfera que catapulta al visitantes lejos de los tiempos modernos.
Un retrato pintado con colores fuertes y palabras incisivas es el que nos ha dejado Grazia Deledda en L’Edera. “Enormes rocas de granito, sobre las que el musgo diseñaba un raro mosaico negro verde, se encaballaban extrañamente los unos sobre los otros, formándose pirámides, agujas de catedral, edificios ciclópeos y misteriosos. Parecía que, en un tiempo remoto, en el tiempo del caos, se hubiera producido una lucha en estas rocas, y unas hubieran conseguido aplastar a las otras, y ahora las aplastarían y se erigirían victoriosas en el fondo azul del cielo”. La Gruta Corbeddu es una de las cavidades más fascinantes del Supramonte, por los acontecimientos que se sucedieron hacia finales del siglo XIX, cuando el célebre bandido, Giovanni Corbeddu, la eligiese como propio refugio y vivienda durante muchos años. Pero la verdadera importancia de la Gruta está estrechamente relacionada con sus peculiaridades arqueológicas.