La Nurra es una "mina" de patrimonio del pasado, con una concentración de decenas de sitios arqueológicos repartidos en unos pocos kilómetros cuadrados. Uno de los puestos más fascinantes a las afueras de la ciudad de Porto Torres, semioculto, quizás para seguir protegiendo los secretos que ha guardado durante milenios. Es la necrópolis de su Crucifissu Mannu, un complejo de domus de Janas excavadas en un banco de piedra caliza. Hasta ahora se han encontrado un total de 22 tumbas, construidas a partir del Neolítico Reciente (3200-2800 a.C.) y utilizadas de forma continuada hasta la Edad de Bronce antigua, alrededor del siglo XVI a.C.
Todos los hipogeos son pluricelulares, es decir, están compuestos por varios compartimientos, a los que se accede a través de un ingreso "en pozo" vertical o con dromos (corredor) descendente. La estructura es típica de las domus de la zona de Sassarese, con antesala, celda y compartimentos que se abren en las paredes de la celda principal.
Tres tumbas en particular te quedarán en la memoria: La tumba VIII tiene dos pequeños compartimentos al final del dromos, luego una gran celda cuadrangular y a su alrededor otros diez compartimentos. En una de las paredes del ambiente se abre una puerta coronada por dos protomos con inscripciones. La tumba XII posee 15 compartimentos, articulados de manera compleja: algunas cámaras funerarias se desarrollan a partir de una abertura en la pared derecha de la antesala, otras alrededor de la celda principal, más allá de la puerta, de la que se observará la tapa de alcantarilla aún colocada en el umbral. La tumba XXI te sorprenderá por su decoración: presenta, en efecto, en las distintas salas, protomos taurinos con cuernos en forma de media luna, puertas falsas y vestigios de columnas que sostienen las bóvedas.
Dentro de la necrópolis se encontró un gran número de ajuares funerarios, útiles para datar con precisión la frecuentación de la necrópolis, así como restos óseos, dos de los cuales presentaban signos de perforación en el cráneo. No se trataba de una operación practicada a los muertos, porque al menos en un caso la persona sobrevivió a la misteriosa práctica. Algunos de los hipogeos han perdido sus tejados debido a la rotura de la carretera que une Turris Libisonis y Karales (antepasados romanos de Porto Torres y Cagliari). Al camino de la ruta se une otro enigma de su Crucifissu Mannu, representado por una serie de surcos rectilíneos grabados en la superficie rocosa. La hipótesis más acreditada es que se deriven de carros romanos que transportaban bloques de piedra caliza al puerto, tras un cambio de ruta debido a derrumbes en la necrópolis. Sin embargo, según otra teoría, podrían remontarse a la época nurágica, vinculadas a rituales aún desconocidos. A propósito de misterios y religiosidad, a menos de seis kilómetros de la necrópolis se puede admirar un unicum en Europa, el templo ziqqurat de Monte d'Accoddi un majestuoso altar sagrado casi contemporáneo de su Crucifissu Mannu.